Batalla entre piojosos y ladillosos en el Congreso de los Diputados después de las elecciones del 20-D.

21.01.2016 17:00

Vamos a describir los sucesos acaecidos en el Parlamento después de las elecciones del 20-D, que no son más que los últimos coletazos del bipartidismo y todos sus esbirros, que son muchos y que tienen los días contados. La casta o “ladillosos” trata a los nuevos diputados de “piojosos” porque no llevan corbata y la indumentaria que llevan ellos,  los mafiosos,  intentando ocultar lo que ya sabe toda la ciudadanía, que sus trajes son pagados con dinero sucio robado al pueblo.  Ahora el Parlamento está dividido en dos grupos: piojosos y ladillosos (ladilloso = piojoso púbico).

En primer lugar tenemos que definir dos nuevos términos que se pusieron de manifiesto el día 14 de Enero de 2016 al intentar configurar el nuevo Parlamento,  después de las elecciones del 20-D. Estos dos términos nacen para diferenciar la clase política de la Transición de la clase política de la nueva generación. Ahora los palabros de piojoso y ladilloso se ha ampliado y tiene una nueva acepción. Veamos.

 Definición de piojoso parlamentario:

El piojoso actual, para los miembros de la casta política, es todo aquel diputado con título universitario, con capacidad dialéctica, que no miente compulsivamente, que viste como el 98% de la población, que se ducha cada día, que no tiene por costumbre robar a sus congéneres, que detesta a los políticos corruptos y sus amigotes, que defiende la igualdad de oportunidades, que respeta la Constitución y los derechos  humanos y que en algunos casos puede llevar incluso rastas en la cabeza, por poner algunos ejemplos.

Cómo han cambiado las cosas, antes un piojoso era un sujeto sin estudios, desaseado, harapiento e incluso miserable y mezquino, pero nunca estuvo relacionado con la clase social. Ahora el piojoso está relacionado con la clase social y la ideología.

Definición de ladilloso parlamentario:

El término ladilloso lo hemos tenido que redefinir (mejor dicho lo hemos definido ya que en realidad el término no está recogido por la RAE), como aquel diputado de apariencia exterior impecable, con vestimentas de marca compradas con dinero negro, con escasa formación, con poca o ninguna capacidad dialéctica, que desprecian a sus votantes, que tienen como modus vivendi la extorsión y la corrupción generalizada, que les importa una mierda la igualdad de oportunidades, que no respetan la Constitución ni los derechos humanos y que a diferencia de los piojoso llevan la rastas en el pubis donde abundan las ladillas que recogen en sus depravadas orgías.

Así, pues, ladilloso (o piojoso púbico) queda definido como aquel que es portador de ladillas, una persona molesta, generalmente por una escasa higiene, por ser un pervertido sexual o  porque dispone de una zona púbica y alrededores con grandes recovecos de suciedad por fluidos corporales que se acumulan en los pliegues de las inglés desde tiempo inmemorial. El ladilloso acostumbra a conservar la fachada externa impecable, buen traje, buena corbata, buenos zapatos y pelo con brillantina y gomina, pero su interior acostumbra ser muy sucio y de alma mugrienta. Resumiendo: un ladilloso es un marrano que es alérgico al agua y al jabón que aparenta lo que no es con vestimenta de marca y maquillajes para ocultar la capa de mugre que lleva en las partes ocultas incluida su propia alma, además de un miserable y mezquino.

Pues bien, definidos los dos nuevos términos, producto de la observación del nuevo Parlamento español, hay que decir que ha empezado la gran batalla entre piojosos y ladillosos y ha puesto el Parlamento patas arriba, porque los ladillosos se quejan de que los piojosos huelen mal,  cuando en realidad lo que desprenden es un soplo de aire fresco, que los ladillosos no están acostumbrados a respirar y éste  aire fresco desplaza el tufillo a podrido y corrupción que ellos llevan bajo sus trajes de marca comprados con dinero negro y de su brillantina y gomina puesta, aplicada capa sobre capa,  sin haber lavado el sustrato desde su nacimiento. Los piojosos acostumbran  a usar un atuendo renovador y colonias sin marca pero con mucha fragancia que no soportan los corruptos ladillosos por razones obvias.

Ante tal batalla,  la guerra dialéctica ha terminado para dar paso a la guerra verbal de los tacos, de la descalificación, de la cutrería, de la cara de perro y del exabrupto por parte de los ladillosos y defensa de los piojosos aplicando la Constitución y exigiendo su cumplimiento. Ni que decir tiene que ante tales actitudes ganan los piojosos a lo que se resisten los ladillosos.  Como la batalla la tienen perdida los ladillosos se produce la alianza PP, PSOE, Ciudadanos con la intención de crear un frente común para anular el avance de los piojosos, a los cuales se les está torpedeando todo lo que se puede para retrasar el fin de la batalla pensando que la victoria será suya, pero que a todas luces se equivocan y ganarán los piojosos si se consigue aplicar la Constitución, la razón y el saber estar.  ¡Ardua labor la de los piojosos!

Es vergonzoso ver como los partidos ladillosos se prestan los senadores y los escaños los unos a los otros con el fin de conseguir pactos que detengan a los piojosos, pero son tan poco inteligentes y tan mafiosos que aún no se han dado cuenta de que el cambio está en marcha y no hay quien lo pare. ¡Cuánto sinvergüenza hay entre los ladillosos!

Hoy lo dejamos aquí pero seguiremos observando la batalla hasta que los ladillosos queden sepultados en su propia mierda y sus ladillas. Intentaré hacer alguna actualización, en el futuro, de esta repugnante pero necesaria batalla para echar de las instituciones a esta gentuza que hemos bautizado como “ladillosos”.

 

 

 

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